El poeta inglés Samuel Johnson dijo sobre Londres: “Cuando un hombre se cansa de Londres, está cansado de la vida”. No conozco ni un 1% del mundo, es imposible. No he viajado tanto (diría que bastante poco) para poder tener conciencia de ello, pero sí puedo decir que Londres es una ciudad única y en Navidad brilla aún más.
Viajar a la capital de Reino Unido en navidad o en cualquier parte del año, es obligatorio para todo aquel que quiere darse una escapada y no ha visitado aún una gran ciudad. Es cierto que España tiene miles y miles de rincones por descubrir, pero nunca está de más viajar a otros países y conocer otros puntos del planeta.
El viaje a Londres lo realicé junto a mi familia a finales de 2023 y pese al frío, pudimos pasear sin problemas entre la salida del sol y las 17,00 horas, momento en el que había que ir buscando el metro de vuelta al hotel para descansar y levantarse con energías al día siguiente para seguir pateando la capital británica.
Estuvimos tres noches y cuatros días, aunque se podría resumir todo en 2 días y medio, porque el jueves 30 de noviembre llegamos a las 18,00 horas (horario local) al aeropuerto de Gatwick, el que tenía conexión con Sevilla mediante la aerolínea Vueling, y mientras que llegamos o no al hotel, no pudimos ver prácticamente nada.
La vuelta a Sevilla desde Londres se dio el domingo 3 de diciembre a las 07,00 horas (horario local). Para evitar un madrugón mayor, nos vimos obligados a hacer esa noche en el hotel del aeropuerto, ya que tan temprano y con el frío (y ese día si estaba lloviendo además), no era buena idea estar a casi dos horas de la terminal.
A las 20,00 horas aproximadamente llegamos a Chelsea House, un hotel ubicado en el municipio de Kensington y Chelsea. Una zona muy top de Londres, tranquila, con bares, tiendas y paradas de metro por doquier, apta para todos los públicos.
Es conocido de manera abreviada como RBKC y forman parte del Gran Londres, situado al oeste de la Ciudad de Westminster y al norte del río Támesis. Este municipio tiene estatus real: Royal Borough.
No lo vimos, pero en esta zona se encuentra el famoso Palacio de Kensington, que acogió durante muchos años diferentes generaciones de la familia real, desde Guillermo III, hasta Diana de Gales, pasando por la reina Victoria. Como dato, fue lugar de residencia de la monarquía británica desde hace más de tres siglos.

La cena la hicimos a las 21,00 horas, tarde para ser Inglaterra, pero íbamos en tiempo y forma para ser españoles. Por supuesto, un Burger King era lo que estaba abierto a esas horas, porque los ingleses ya estaban en otros menesteres.
El viernes 1 de diciembre, en mi 35º cumpleaños por cierto, arrancamos bien temprano. Sobre las 08:00 horas ya estábamos en el comedor del hotel para desayunar. Pan de sándwich bien tostado (muy rico por cierto) con mantequilla y un café (muy mejorable) y para la calle, que se nos hacía tarde.
Nos pusimos manos a la obra y nos fuimos directamente hasta Tower of London, no antes sin hacer algunas fotos por el barrio de Kensington como la que muestro a continuación:
Llegamos a una primera zona que estaba en la otra parte de la torre y nos pusimos a hacer fotos como verdaderos guiris. Mi mujer, que era la tercera vez que estaba en la capital de United Kingdom, se sentía como si fuera la primera vez que iba. Y es que, como ya digo en el titular, «Londres es una ciudad con encanto».
Antes de llegar a la Torre de Londres hice la foto que mostraba antes: es un pasaje que conecta por debajo de la carretera hasta la zona de la torre, así como al puente de la torre, popularmente conocido como Tower Bridge.
La Tower of London es un castillo imponente y está situado a las orillas del río Támesis. Según he podido corroborar, se le atribuye su construcción al rey Guillermo I de Inglaterra, conocido como Guillermo el Conquistador, alrededor de 1077 (las fechas pueden variar según las fuentes).
Esta torre tan emblemática simboliza el poder real y fue fundamental en el pasado en la defensa de la ciudad. Ha tenido múltiples funciones a lo largo de la historia, entre ellas ser residencia de la realeza.
Justo al lado de la torre, está el nombrado Tower Bridge. También me pareció espectacular e icónico, una obra de ingeniería británica que se construyó por la expansión que sufrió Londres hacia el este del río Támesis a finales del siglo XIX. Según fuentes que he comprobado, el puente se inauguró en 1894 y ese placer lo tuvo el Príncipe de Gales, más tarde rey Eduardo VII.
Como pude comprobar de primera mano, este puente es una atracción más que atrae a miles de turistas cada año y tiene un precio, si no me equivoco, de unas 13 libras. No subimos porque nos era imposible con la pequeña, así que nos limitamos a andar sobre él y hacer vídeos y fotos.

Desde el mismo puente hice algunas fotos hacia la ciudad de Londres, en un día álgido y gris, pero sin precipitaciones. Una de las fotos que realicé apuntaba hacia la City of London, también conocida simplemente como City.
La City de Londres es el corazón económico del mundo, ya que es el distrito financiero más importante del planeta, donde de manera diaria se compran y se venden productos financieros por valor de tres billones de libras, la tercera parte del total del dinero que circula mundialmente.
Curiosamente Londres se extendió a partir de la City, ya que esta parte era el epicentro de lo que antiguamente era la actual capital del Reino Unido. Si hacemos hincapié en la historia, los romanos construyeron un muro conocido como el muro de Londres y su objetivo no era otro que proteger el puerto de la ciudad.
Continuamos nuestro camino y salimos por The Queen´s Walk y sin tenerlo previsto, dimos con un pequeño centro comercial, Hay’s Galleria, a la altura del Old London Bridge Mosaic.
Aprovechamos la coincidencia y dimos una vuelta por la zona, sobre todo porque hacía mucho frío y nos vino de perlas estar algo más recogidos. Además, nuestra peque vio un árbol de Navidad y flipó, pese a no ser muy consciente (21 meses en dicho momento) aún de la magia de la época.

Con mi afán de hacer fotos a todo lo que veía, no podía faltar el típico pub inglés. Justo en la zona del centro comercial, había uno: The Horniman at Hay’s. Según los metadatos de la fotografía, el reloj marcaba las 11:24 horas de Londres y ya había gente preparada para tomarse su cerveza e incluso algunos ya estaban con su sitio asignado para el almuerzo.
Cuando salimos del centro comercial, nuestra hija se quedó dormida en el carrito. La teníamos bien protegida del frío, así que aprovechamos y nos dimos un buen pateo (alrededor de 45 minutos más o menos) hasta Westminster Bridge.
Pillamos un café antes de partir y en el camino nos topamos con un mercado, Borough Market. No teníamos pensado comprar nada, pero entramos y así pudimos ver qué ofrecían. Destacar de Londres que hay muchísimos mercados y es casi imposible visitarlos y conocerlos todos, porque son demasiados.
Hice algunas fotos, pero una de ellas fue a la fachada del edificio en el que se encuentra The Market Porter, justo al lado del nombrado Borough Market.

Después de algunas paradas y una buena caminata, llegamos al puente de Westminster y antes de cruzarlo, ya había sacado el móvil para realizar otra tanda de fotos. De frente nos encontrábamos con el impresionante Big Ben, otra maravilla arquitectónica y uno de los símbolos más emblemáticos de Londres.
El Big Ben se construyó tras un incendio que sufrió el antiguo palacio de Westminster, quedando este totalmente destruido en octubre de 1834. Su construcción arrancó en 1843 y desde entonces se celebran grandes eventos, como por ejemplo el 150º aniversario ocurrido el pasado 2022.

Este puente es muy transitable de personas y coches, además de ofrecer numerosas panorámicas. No solo tienes cerca el poder hacer fotos al Big Ben, también se pueden sacar postales de la noria más famosa del mundo: London Eye.
Está situada en el South Bank del río Támesis, siendo la más alta de Europa y una de las atracciones turísticas más populares del Reino Unido con casi 4 millones de visitantes al año.
Recabando información sobre London Eye, me ha sorprendio que esta atracción, que ya es todo un ícono patrimonial del país británico, solo iba a estar disponible cinco años (lo que duraba su alquiler), pero en diciembre de 2001, los propietarios de la noria presentaron una solicitud al Municipio de Lambeth para que fuera permanente, siendo concedida a mediados del año siguiente.
Además de los mencionados Big Ben y London Eye, no podemos dejar en el olvido el imponente palacio de Westminster. Este palacio es también conocido como el Parlamento de Westminster, ya que en él se encuentran la Cámara de los Lores y la Cámara de los Comunes. Además de ser un edificio emblemático de Londres y, por extensión, del Reino Unido, es famoso también por su arquitectura victoriana y por la torre que alberga el ya nombrado Big Ben.
Es sumamente imposible recordar y no reirse, ese capítulo de la mítica serie de los 90, Friends, en donde Joey Tribbiani, uno de los seis personajes que conformaban el grupo de actores del filme, empieza a decir que no había visto una abadía mejor que la de Westminster. Y es que, como el mismísimo Joey, hasta la fecha no había visto una mejor (risas).
Tras ver todos estos icónicos sitios, nos entró bastante hambre, así que decidimos buscar un pub inglés para comer. La mayoría de sitios estaban llenos, así que seguimos andando hasta que dimos con uno que nos entró por los ojos.
Antes de llegar al pub donde comimos, nos topamos con la mítica zona de Downing Street. Esta calle es una de las más famosas de todo el mundo, ya que en ella se encuentran las residencias oficiales del primer ministro del Reino Unido y del Canciller de la Hacienda. El nº 10 es la residencia oficial, además de ser la oficina oficial de trabajo del primer ministro.

Tras hacer un par de fotos, nos metimos en un pub cerca de Trafalgar Square, de la que hablaremos más adelante. De la fachada del pub no hice ninguna foto, ya que entramos del tirón buscando un refugio por el frío y por el hambre que teníamos los tres.
Sin muchos preámbulos, nos sentamos en una mesa que estaba libre al fondo del pub, pedimos dos Fish and Chips y dos cervezas, una de ellas la típica pinta negra Guinness de Irlanda.
He de decir que me esperaba el plato peor, ya que me lo vendieron como el satán culinario. Lejos de la realidad, no deja de ser pescado rebozado, con patatas fritas, guarnición de guisantes y salsa, y aunque fueron 37 libras, está más que pagado por el hambre que teníamos.

El origen del plato se remonta al siglo XIX y fue introducido en Londres por inmigrantes judíos provenientes de España y Portugal. Además, se hizo muy popular en la II Guerra Mundial debido a que el pescado era uno de los pocos alimentos que no había sido contaminado.
Ya alimentados y con más ganas de seguir conociendo Londres, nos topamos con la mencionada Trafalgar Square, posiblemente una de las plazas más importantes de Londres e Inglaterra. Para conmemorar la victoria de las armada británica frente a la española y la francesa en la batalla de Trafalgar, se creó esta plaza en 1830.
En la foto que muestro a continuación se ve una torre muy grande (de unos 50 metros he leído) donde aparece el almirante Nelson, caído en la famosa Batalla de Trafalgar mientras comandaba a la armada británica.

Justo atrás, en el interior de la plaza (hacia el norte) se encuentra la National Gallery y dos fuentes que se iluminan cuando la noche cae en la álgida Londres invernal. En Navidad cobra mucha más vida esta plaza, porque además de ser muy concurrida y popular durante todo el año, en esta época hay muchos puestos navideños y zonas de ocio instalados.
He sabido que la National Gallery es uno de los museos de arte más importantes, prestigiosos y famosos del mundo a nivel europeo e internacional por su extensa colección de obras, incluida una importante selección de pintura española, considerada una de las más destacadas fuera de España.
Seguimos paseando y caímos a una calle que estaban todas las embajadas por habido y por haber. Recuerdo muy bien la de Canadá, porque está justo al lado de Trafalgar Square. La High Commission of Canada in the UK se encuentra entre la nombrada plaza y Pall Mall E, calle famosa por lo que he comentado antes.
Siguiendo por Pall Mall E nos topamos con varias estatuas en una pequeña plaza en Waterloo PI e hicimos fotos. Mi mujer, que es en enfermera, reconoció que una de las estatuas era Florence Nightingale, enfermera de profesión entre otros haberes.
Fue escritora y pionera en el uso de la estadística en la salud pública y la epidemiología. No nació en Reino Unido, sino en Florencia el 12 de mayo de 1820, en plenas revoluciones europeas. Es conocida por sus innovaciones en el cuidado del paciente y la implementación de prácticas de higiene en hospitales, especialmente durante la Guerra de Crimea.

Destacar también que a Florence Nightingale se le puede considerar como la fundadora de la enfermería moderna y fue una de las primeras en utilizar gráficos de información para presentar datos estadísticos.
Seguimos andando y queríamos llegar hasta el Palacio de Buckingham, por lo que tiramos por The Mall, que es el camino que hace la Guardia del Rey para hacer el cambio. El horario de dicho cambio es sobre las 11 de la mañana, por lo que no pudimos verlo, pero teníamos la curiosidad de hacer el camino que ellos hacen día sí y día no (en junio y julio el cambio es diario).
Antes de llegar al palacio pudimos hacer una pequeña grabación del ensayo de los guardias para el día siguiente, pero bastantes alejados ya que no podíamos acercarnos hasta donde estaban por seguridad.
El Palacio de Buckingham es impresionante por fuera, bastante amplio, gusta nada más verlo. En la rotonda que hay justo antes del palacio hay un monumento en homenaje a la reina Victoria, con estatuas de mármol y bronce, rodeado de puertas y jardines franceses.
En referencia al palacio en sí, por lo que he podido recabar, es la residencia oficial de la monarquía británica en Londres y fue construido de manera original como una casa (1703), ampliándose y remodelándose a lo largo de los años, convirtiéndose en un símbolo icónico de la realeza en la actualidad. Cuenta con 775 habitaciones, incluyendo los famosos Salones de Estado, que se utilizan para ceremonias y eventos oficiales.
El palacio está rodeado de parques, además del Buckingham Palace Garden, se encuentran St. James’s Park, Hyde Park y The Green Park. En este último firmamos algunos de los vídeos más bonitos y emotivos del viaje, ya que mi hija, que aún no era consciente de dónde estaba, le encantó ese parque y corrió por él sin parar hasta que tocó la hora de volver.
Andando el hotel quedaba a una hora, más o menos, así que como ya iba a caer la noche, decidimos volver hasta Trafalgar Square y llegar hasta Covent Garden, para rematar el día y entrar en The Apple Market.

Covent Garden es un distrito de Londres conocido por su ambiente, tiendas y entretenimiento en la calle. Dentro se encuentra The Apple Market, que es super famoso por sus puestos de artesanía, productos únicos y antigüedades.
A ambos nos gustó mucho el mercado y sus alrededores, iluminados por completo. Entramos en el mercado y había actuaciones en vivo, lo que siempre suma y le da un toque especial al ambiente navideño.
Tras dar una vuelta por el icónico mercado, decidimos que era el momento de volver al hotel. Serían las 17,00 horas, más o menos, pero era completamente de noche y todos estábamos muy cansados de estar todo el día fuera, además que hacía bastante frío a esa hora.
Cogimos el metro cerca del mercado y nos paramos en Earls Court, nuestra parada de referencia, ubicada exactamente en la A3220, muy cerca del campo del Chelsea, Stamford Bridge, estadio que veríamos por fuera al día siguiente.
El tercer día en Londres arrancó igual que el anterior: con muchas ganas de seguir conociendo un poco más de la capital británica. Nos levantamos temprano, hicimos las maletas, ya que dejaríamos el hotel ese día, y nos fuimos a desayunar.
Sobre Chelsea House he de decir que tanto el bedel, como la señora que servía el desayuno y limpiaba, fueron muy muy agradables con nosotros, lo que es de agradecer. En todo momento estuvieron muy atentos en que no nos faltara de nada y si no entendíamos algo, siempre estaban ahí para ayudarnos y hacer por entendernos.
Además de lo mencionado en el párrafo anterior, también tuvimos la suerte de poder dejar las maletas en el hotel y recogerlas a la tarde. Sin tener esa carga encima, pudimos salir a pasear tranquilos y seguir conociendo un poquito más de Londres.
En nuestros planes ese día estaban Camden y Richmond, pero como era muy temprano y teníamos al lado Stamford Bridge, hicimos una parada en el camino.

A mi mujer el fútbol ni fu ni fa, pero a mí me encanta y la Premier League siempre me ha apasionado. Eso sí, siempre me ha gustado más el Arsenal que el Chelsea, pero el Emirates quedaba más alejado y no gozamos de todo el tiempo que queríamos.
Por tal razón, me tuve que conformar con ver por fuera el campo del Chelsea y poder hacerme algunas fotos. Me gustó mucho que todavía cuenten con la zona de taquilla de entradas antiguas, manteniendo esa mística que otros campos más modernos de la ciudad como el del Tottenham o el del mismo Arsenal, carecen.
Dimos una vuelta al estadio, me hice todas las fotos que pude, incluso le preguntamos a un trabajador si podíamos entrar y hacer una foto dentro del campo, pero no se podía acceder gente de fuera al campo. Tras todo esto, cogimos el metro en dirección hacia Camden Town.
Si hay un lugar alternativo en Londres, ese es Camden. Hay personas de todo tipo y tiendas por metro cuadrado. La variedad es inagotable y su mercado una delicia. Ese día, respecto al anterior, hacía mucho más frío (la sensación era de -2º sobre las 13,00 horas) y con una niña pequeña, era imposible pararse allí para comer.

Aquí arriba muestro una de las miles de tiendas que hay por la zona de Camden Town. Dicha zona es muy muy popular entre turistas, adolescentes y punks. Si por el día impresiona, por la noche dicen que aún es más, ya que la vida del barrio se desarrolla en clubes alternativos con música en directo y pubs tradicionales de Inglaterra.
En Camden nos hubiera gustado quedarnos más tiempo, pero como ya comenté antes, el frío hacía muy difícil de quedarse parado en un sitio y teníamos hambre, por lo que decidimos irnos a comer a un lugar cubierto.
En aquella zona estaba el famoso Poppies Fish and Chips, que digno a su nombre, ofrece uno de los mejores ‘Pescado con papas’ de toda la ciudad. Se fundó en 1952, manteniendo desde entonces la tradición británica de ese plato clásico, utilizando ingredientes frescos y de alta calidad. Poppies ha ganado varios premios y es muy apreciado tanto por los autóctonos de Londres como por los turistas
Pese a que nuestra chica tuvo una pequeña pelea con sí misma, ya que no sabía que quería ni qué hacer durante diez minutos, estuvimos en general muy bien en el restaurante. Para mi gusto es un sitio con una decoración muy chula y muy acogedor, puntos importante y que haciendo una pequeña comparación con el lugar del día antes, son más que suficientes como para decantarme por Poppies.
El pescado estaba bastante crujiente y las patatas en su punto, con una salsa tártara muy rica. Los tres disfrutamos mucho, pese a ser un plato que en realidad no tiene nada, pero nos volvió a saber a gloria.
Con el estómago lleno, nos dirigimos a nuestra última parada del día, ya que entre que íbamos, estábamos y volvíamos al hotel, se nos iba a pasar el día entero. El destino no era otro que la localidad de Richmond.
Ser un friki televisivo es lo que tiene y tras ver tres temporadas de la serie de Apple TV, Ted Lasso, estando en Londres no podíamos dejar pasar la ocasión de visitar la calle donde Ted Lasso vive, el pub en el que se toma sus cervezas y discute con su segundo y el famoso banco donde se sienta en más de una ocasión.
El camino no fue fácil, aunque realmente mereció todo la pena. Nos tuvimos que comer una manifestación proPalestina a las puertas de la parada de metro que teníamos que coger, una bulla increíble de gente para entrar y encima tuvimos que coger el carro a peso porque la mayoría de entradas de metro no están adaptadas con rampas.
Es que el metro de Londres o The Tube, como es conocido popularmente, es uno de los sistemas de transportes más emblemáticos y extensos del planeta. Fue inaugurado en 1863 y es el metro más antiguo, contando actualmente con 11 líneas que conectan diversas partes de la ciudad y sus alrededores.
Esa longevidad puede ser positiva para unos aspectos, pero un hándicap para otros y uno de ellos es el mencionado antes: no está adaptado para todos los públicos.
Dejando a un lado el metro, tuvimos que coger un tren de cercanías para llegar a Richmond. Estábamos cansados, el frío por momentos era insoportable y nuestra hija no conseguía darse esa cabezada que nos permitiese relajarnos un pequeño rato.
Sin embargo, el cortisol empezó a disminuir nada más pisar Richmond y toparnos con aquellos rincones que habíamos visto una y otra vez en la serie. Ese parque de Richmond inmenso, con un verde puro que llamaba la atención y en donde los niños jugaban pese al frío. Y ese pub tan famoso en la serie como en la realidad, donde Ted y su staff técnico compartían aspectos y discutían otros.

El paseo por Richmond y el hecho de conocer sus estrechas calles y sus zonas más emblemáticas, fue uno de los momentos más mágicos del viaje. La foto final, antes de volver a Chelsea House, recoger las maletas y tirar hacia el hotel del aeropuerto de Gatwick, supuso el colofón final para un viaje con encanto que mereció mucho la pena. Fue corto, pero mágico y creo que no hay mejor sensación que esa.